En nuestro haber los chicos de antaño contábamos con un cuchillo viejo, un punzón, una media tijera que nos servía para "comer tierra". Se buscaba un suelo de cierta blandura y se marcaba un cuadrilátero de ajustada amplitud. Podían ser sólo dos los jugadores; si eran más, ellos organizaban el orden de lanzamiento. La primera tirada se hacía desde fuera del cuadro y era de resultado seguro. Se clavaba el punzón en el suelo, lanzándolo con atención porque la tierra que se podía "comer" o conquistar era la que resultase de seguir una línea recta en la dirección marcada por el corte. Y no se admitían curvaturas. El segundo lanzamiento se hacia ya dentro del cuadrilátero, apoyándose sobre un solo pie y marcando la recta entre las dos paredes angulares del cuadro o en la raya realizada en la anterior jugada. Y así se seguía, "comiendo tierra" hasta que se conquistaba toda o se marraba el golpe y el punzón caía o era imposible mantener la línea recta porque no se alcanzaba la otra pared del cuadrilátero.
Era un juego que exigía concentración y buena gimnasia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario